Es que me crucé con…

Cómo convertir las mentirijillas infantiles en un ejercicio de humor surrealista a golpe de versos.
Un niño ha quedado con su padre, pero llega tarde. Así que inventa unas cuantas excusas, rimadas, a cada cual más surrealista para convencerlo de que no fue su culpa llegar tarde, sino la de unos cuantos animales que hacían cosas tan tan raras que tuvo que pararse con cada uno. Un caracol en bicicleta, un búho tejedor, una mariquita atleta y hasta un cuervo con anginas. En fin, el mundo de las mentirijillas infantiles convertido en un conjunto de imágenes sugerentes e imaginativas.
Las ilustraciones de los animales parecen fotografías, como si todos ellos se hubieran colocado ¡para la foto! Y lo mejor: ¡la dignidad con la que posan mientras hacen cosas tan absurdas como hilarantes!
Un libro genial para leer en voz alta y disfrutar con su ritmo y su rima, y para disfrutar de un humor surrealista y divertidísimo.
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